sábado, septiembre 09, 2006

Camino

Por: Nicolás González Gutiérrez

Foto: "Thorlak"

“No digáis: encontré el camino del alma. Decid mejor:
Encontré el alma andando por mi camino”
Khalil Gibran


¿Por qué razón escogimos el arte como nuestro sendero a seguir? ¿Será que eso que llaman “destino” será la fuerza poderosa que mueve nuestras acciones? ¿Acaso el arte nos escogió a nosotros para ser sus intérpretes en este mundo en donde pocos hablan el lenguaje del alma? A lo mejor muchos nos hemos hecho estas preguntas, porque la manera en que vivimos aún conserva la magia y todavía se viste con pócimas y hechizos como al mejor estilo medieval.

El universo artístico es una constante revolución de lo que ha tratado de establecerse; no tiene raíces fijas, es un perpetuo devenir procurado por la creación y proyectado hacia la eternidad. Allí estamos todos, tratando de descubrir algo que ni siquiera imaginamos pero que sabemos que está allí; es hacia “eso” que se dirige lo que sale de nuestra alma, pasa por la mente y termina en el mundo dispuesto a dejarse admirar por aquel o aquella que le guste soñar despierto.

Somos forjadores de sueños, transformamos todo lo que flota y se pasea frente a nuestros ojos como fantasmillas juguetones en realidades palpables y perfumadas con el aroma seductor de lo onírico. Caminamos a tientas por el camino de la existencia guiados por la promesa de seductores sentimientos, materia prima con la que creamos las formas de expresarnos.

Miramos al cielo sintiendo enormes deseos de gritar para que el universo nos escuche y nos enriquezca con sus pláticas metafísicas y nos convide a beber una copa de estrellas para embriagarnos con licores cósmicos. Llenamos nuestra mirada de lejanías y horizontes para llorar lagunas de alegrías o tristezas coloreadas por pinceladas de auroras, crepúsculos o noches.

¿Por qué escogimos el arte como sendero a seguir? Es una pregunta sin respuesta, carente de palabras en esta dimensión; vivir es la única manera de ligeramente acercarse a una respuesta porque cada minuto que respiramos, cada segundo que pensamos, cada instante que consagramos, sea a la tristeza, al amor o a la locura, es el arte en sí. Puede decirse que nuestros pies son el arte que nos transporta a otros mundos…