viernes, agosto 10, 2007

LLuvia de Viernes
Por: Carlos Andrés Escobar Bustos

No importa de dónde vienes, no importa para dónde vayas: bienvenida al baile del escepticismo y la desesperanza. Tus sentimientos son fríos si los miro desde tu racionalidad. ¿Para qué esperar durante tantos años una promesa que nunca se cumplió? Muchos adultos me mintieron sin querer hacerlo, tal vez nunca imaginaron que algún día mis trucos creativos pondrían en duda sus predicciones sobre una vieja alfombra deteriorada.

Se me han ido las mañanas de tranquilidad, se me han ido los lentos latidos de mi corazón que avisaban la venida del futuro, se me han ido las bromas que me hacían reír y soñar, se me han escapado oportunidades de conquistar el universo que alguna vez quise... Se ha ido el benévolo paisaje del ayer y ha venido un ejército de nubes que estallará en gruesas gotas, gotas que se convertirán en lágrimas de lluvia, lluvia de viernes, viernes de contrastes, contrastes entre días que parecen noches y noches que parecen días.

Esperé muchos años para que llegara un viernes. Hubiese tardado menos en llegar a Egipto explorando su bella cultura que esperar dos décadas para ser desconocido por tus ojos, mudo ante tus oídos y muerto en la rueda de tus pensamientos. Entender la sociedad en la que vivo es rogar por ser una más de tus desilusiones. Me hubiese ido mejor en un circo eléctrico siendo un león de mentiras.

Llovía a cántaros en la calle del olvido cuando contaba las palabras que dedicaría al cielo por cada lágrima tuya. Llovía con rabia en la ciudad que siempre he amado mientras tú te protegías de las llamas del infierno. Llovía sobre mí cuando dormías en un suave algodón y llovían sobre mi cabeza las ideas que mancharían la noche sobre el papel blanco. La lluvia de viernes era otra de tantas tardes que pasaba sin pena ni gloria por un ser humano que no recuerda en qué momento del viaje refundió su vitalidad.

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