viernes, enero 05, 2007

Un sol diferente en la mañana…

Por: Nicolás González Gutiérrez

Cientos de rayos de un sol que hasta ahora empieza a elevarse en el cielo, se cuelan juguetonamente por la ventana y me despiertan del sueño pesado y difuso del año anterior. Un nuevo aire se respira a cada segundo, purificando los pulmones con ilusiones nacientes como semillas sembradas en un fértil terreno que ansía transformarse en un campo lozano y colorido.

Ataviado todavía de una pereza mañanera corro la cortina y me deleito con la vista que tengo; reboso mis ojos con las hectáreas de papel virgen y diáfano que se extienden hasta el infinito esperando a ser escritas, a ser labradas con las herramientas de tinta; miro el cielo y siento un inmenso júbilo de saber que en aquellas nubes colmadas de sol, trabajan los soñadores de las artes y del alma en nuevas expresiones que darán a conocer al mundo entero aventándolas en la brisa que llega a todos los rincones.

Es un nuevo año, una página más del manuscrito de mi vida; no puedo negar que esto me trae un poco de nostalgia. El año anterior, se ve tan lejano que cuesta creer que apenas hace unos días todavía firmaba los poemas y los cuentos con una cifra que ahora hace parte del arrume de números finados en la bóveda del pasado. Pasaron los segundos y las horas acarreando en sus espaldas triunfos y reconocimientos que parecían utopías en tiempos del ayer. Fue un año lleno de sucesos y trajines en lo personal, en lo académico e incluso en lo laboral.

Parece que mis palabras fueran las de una persona que tiene una trayectoria de vida llena de experiencia, pero no, mis frases resultan ser tan ingenuas y tan incompletas como las de un infante que cuenta sus hazañas en el juego del día anterior. Lo que sucede es que tengo la costumbre de trascender las cosas por más que estas sean triviales. No puedo hacer absolutamente nada para remediar ello; me gusta escribir, mi corazón bombea más tinta que sangre y esto hace que vea en los pequeños detalles, los más grandes universos.

Para muchos el cambio de año es algo banal y sin mayor importancia, es sencillamente el transcurrir de una noche y la llegada de la alborada, pero para muchos (porque se que más de uno piensa lo mismo que yo) el cambio de año es un suceso extraordinario. Así como la nueva luz puede renovar viejas tristezas y mantener el corazón en una pesadumbre rutinaria, también puede ser presagio de gratificantes fenómenos. De cualquier manera, la llama que con su desaparición da paso a una nueva hoguera hace mella en el pecho de las personas.

Yo siento que este 2007 es la puerta que puede ser abierta para recibir cualquier tipo de sorpresas. A lo mejor es la corriente de inspiración artística que por momentos nos abandona para ir a dar la vuelta al mundo y regresar con nuevas y fantásticas ideas para nuestro deleite y producción. O puede también ser la apertura de una vorágine de conocimiento, de academicismo, de formación para la vida. O sencillamente puede ser el arcano que muchos esperamos nos revele paulatinamente el destino. Cualquier cosa puede ser, los dados de la vida pueden dar muchas vueltas antes de exhibir la cifra de lo que viene.

Y aquí estoy, mirando por la ventana, desvariando como siempre, pensando en todas las locuras que he de escribir, en todo lo que he de pintar y todo lo que he de actuar en este año incierto que mueve los hilos de mi cuerpo de marioneta de la existencia en un sol diferente…

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