jueves, octubre 26, 2006

Cuerdas en París
Por: Andrés Castaño López. Nació el 24 de octubre de 1986 en la ciudad de Bogotá. Entre sus pasatiempos se encuentran: escribir, leer, fumar, tomar cerveza y café. Actualmente estudia publicidad y comunicación social en la universidad Jorge Tadeo Lozano.
Foto: "Noche Romántica" - óleo sobre lienzo - Nicolás González Gutiérrez

Hay un pianista vestido de smoking negro como el de ayer, como el que siempre tendría y nunca dejaría, como el que nunca vería la oscuridad similar de un closet o de un agua.

Que quede claro que hablo de un corbatín con saco de leva y zapatos negro brillante. Que esté bien dicho por mí, que nunca alguien me llamó artesano o caminante.

Aunque todas las labiales oceánicas de un solo momento a veces huelen a pinos rojos, siempre es París la que sabe a placeres demoníacos y a cuerpos atrevidos, a caminatas al amanecer en las que no hay límite real, en las que una mirada vale menos que dos abrazos y que cuatro polvos. Por eso cuando me paro acá, en un café de una Rue de cualquier esquina, se me hacen imágenes de un viejo niño que jugaba golosa y tenía ojos verdes, que hablaba de magia y de mate constante.

Hay un pianista vestido con el pasado que carga siempre, con ese tiempo irreverente que no le llega a los tobillos a su presente; ni a su certeza, ni a su sevicia.
Soy yo tocando mi alma entre teclas de blanca traición-bella y de negras melodías nacidas en hecatombe lenta, triste, desmeritada y cargada por el acontecimiento azaroso de su presencia. De la del ojo que me mira en cada noche tras los velos de las mismas caras, a sabiendas de que sé que llora por mi. Por la agonía, por la caricia y la danza vespertina.



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