jueves, octubre 19, 2006

DEL AMOR Y OTRAS DROGAS ALUCINÓGENAS

Por: John Darwin Alfonso Turga. Nació el 12 de noviembre en la ciudad de Bogotá. Su pasatiempo favorito es escuchar e interpretar música, y lo alterna con la escritura y las fiestas. Actualmente estudia Artes y Música en la Pontificia Universidad Javeriana.

-Algo de Coca no está mal ¿eh?... ¿Quieres un poco?

-Sí... –respondió María Mónica.

En el ambiente se escuchaban las sórdidas inhalaciones de dos personajes.

-!Ah¡- Está muy buena- Exclamó María Mónica dejándose caer en la cama de la blanca habitación donde se encontraban solos.

-¿De dónde la sacaste?

-Llamé a Julián, es... un viejo colega- dijo Juan.

-Ahora que se acabó la peli... podríamos salir y...

-Espera unos segundos, échate a mi lado –Interrumpió María Mónica.

Juan dudó antes de sentarse en la cama, ella se echó a reír y le dijo -¡Vamos señor Cocalero.... que no muerdo!.

-Escucha- Dijo Juan -No acostumbro a acostarme en la cama de una chica con quién salgo por primera vez, es más, esto de venir a tu casa y... bueno, sólo estoy un poco nervioso...

-Vamos... - Insistió María Mónica- Deberías estarlo si fuéramos a tener sexo, pero, eso no va a pasar ¿o sí?

-¿Me estás preguntando?... -dijo Juan- Y qué pasaría si respondo afirmativamente...

Ella lo besó; desde afuera, en la calle se podía apreciar cómo dos siluetas en una habitación cerraban las cortinas. Año tras año, la escena se repetía en el mismo edificio, con las mismas cortinas corredizas en la ventana. Un buen día María Mónica inquirió a Juan:

-¿Te inyectas Heroína?

La cara de Juan manifestó desconcierto y empezó a temblar.

-Escucha... -dijo él- Tengo mejores cosas en que gastar mi dinero que en un gramo de “H”

-Has adelgazado más de la cuenta -dijo ella- Y tienes los brazos picados, vamos... ya no confías en mí... crees que no me doy cuenta... acéptalo, podría ayudarte, confía en mí...

-Bueno sí... -Aceptó Juan dando la espalda y yendo hacia la ventana de la habitación de paredes blancas -Tal vez me pico una o dos veces a la semana pero... puedo manejarlo...

María Mónica encendió un cigarrillo y golpeó la pared del lado con fuerza y rompió sus medianamente largas uñas pintadas de blanco; estalló en llanto, se tiró estremecida al suelo, y se revolcó hasta hacer de su cabello un gran enredo. Con la cara empapada en lágrimas y manchada toda de rojo de su labial vociferó:

-¡Escucha! ¿Sabes cuánta gente muere picada, maldito imbécil?.... ¿A cuantos veo a diario en el hospital bastante mal librados por esa porquería?

-¡Vamos!- Gritó Juan -¡La médica de turno opina que picarse es malo, mientras se fuma un cigarrillo para apaciguar la dosis de coca que trae encima!

Ella respondió gritando:

-¡Pues la médica de turno puede consumir una dosis de cocaína pero sigue contando la historia que no podrás contar un día, cuando no te queden fuerzas para despegarte la maldita aguja del brazo!

***

Una mente, cierto día recordaba estas escenas. Por su mente cruzaban palabras como ¡“te amo”! y “¡Seremos felices!”.

-¿Dónde estás cariño?

-Por acá amor...

-Quisiera un helado de melocotón...

-Por Dios, si que estás divina....wow

-Te extrañé...

-El film está cerca, cielo

-Quisiera que nos casáramos y que esta gran médica se fuera a vivir con este cineasta que tiene en su bolsillo un cheque de 40 mil dólares y una gran carrera por delante en la Argentina...

-Mamá.... te presento a María Mónica- Era la voz de Juan; en cada frase, era su rostro; en cada recuerdo, era su vida, era su espectro, eran memorias sobrias...

***

En un hospital de una ciudad de Colombia vieron llorar y enloquecer de desesperación a una ejemplar médica, cuando al quitar levemente la sábana de un cadáver más en una sala lúgubre se dio cuenta de que quién le había dado su apellido en una iglesia cuando ella vestía de blanco, yacía allí, más pálido, más delgado y demacrado que nunca.

Foto tomada de: http://www.doyma.es/fotos/heroina.gif



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