sábado, noviembre 18, 2006

Atenaza
Por: Mariana Garavito Posada

Entonces de repente el corazón desprevenido fue atenazado por las gélidas pinzas del dolor... y dolía... ¡demonios, como dolía!... la tensión aumentaba a cada respiración mientras las garras se cerraban cada vez con mas fuerza sobre el corazón… ella sorbía sus lagrimas desde adentro, ahogando su alma en las lagrimas ardientes, para evitar la quemazón del beso corrosivo de aquellas al salir, sobre la piel…

Entonces las esmeraldas se ahogaron en aquella salada sustancia... entonces las esmeraldas hirvieron en el frío fuego del dolor... mas la inundación no se desborda... el orgullo...¡el maldito orgullo! Es un buen dique...

Llora... ¡llora maldita sea!

Solo así las tenazas desaparecen... pues el calor húmedo de las lágrimas derrite el hielo del dolor...

Llora... ¡llora maldita sea!

Al diablo pues...
Amordaza el orgullo, rompe el dique

Y se libre de sentir el dolor... saboréalo...
la sangre sabe, te guste o no...

Sabes al fin que se inundan tus ojos por tanto ...

Llora por la agonía de todos los días...

de saberlo cerca pero lejos...
de saberlo en movimiento, pero parapléjico para tocarte...
al saberlo parlante, pero mudo para ti...
por la convulsión que recorre tu cuerpo pues no puedes tocarlo...
de saber que nunca lo tocarás....

Llora pues... ¡llora maldita sea!

De saber cuan ciego esta él
Y cuan inválida te hace esa ceguera....

1 comentario:

Anónimo dijo...

mira que duele más de lo que crees y es que acaso el dolor no es mil veces más intolerable cuando estamos rodeados de juventud, de triunfos, cuando todo a nuetro alrededor se viste de rosas??...

MARY DUELE, DUELE